Sunday, May 21, 2006

Una mentira sobre Irán con menos de 24 horas de vida

De nuevo un nuevo ataque mediático perpetrado contra Teherán por los medios sionistas, esta vez en Canadá, ha sido prontamente neutralizado por la reacción de la embajada de la República Islámica de Irán en Ottawa y las declaraciones de dos diputados del Parlamento iraní.

El viernes corrió como la pólvora un bulo por la prensa occidental que creyeron incluso algunos estadistas ingenuos que además se permitieron el lujo de hacer declaraciones sin antes contrastar o verificar si aquella increíble noticia era cierta o no y de dónde venía.

La rocambolesca historia de este despropósito comienza en un periódico canadiense que hace de eco-portavoz de los puntos de vista de los sionistas,que anunció que el Parlamento iraní había aprobado una ley en virtud de la cual los judíos residentes en Irán estarían obligados a llevar un distintivo en la ropa, o sea, como en la Alemania de los nazis.

El National Post, que es como se llama este periódico tan imparcial, entra incluso en detalles y añade que no sólo los judíos deben llevarlo, sino también las otras minorías como los cristianos y los zoroastrianos.

Este periódico precisa que los judíos deberán llevar en la ropa un distintivo amarillo, los cristianos uno rojo y los zoroastrianos uno azul. Es menester destacar aquí que esta mentira se difunde mientras que en muchos países occidentales las minorías religiosas tienen que celebrar sus ritos y ceremonias casi a escondidas y, algunas veces, bajo estricta protección policial.

Así, por ejemplo, las sinagogas de EEUU están continuamente custodiadas por la policía y aun con todo, en ocasiones, sufren los ataques de exacerbados racistas que arremeten contra lo que pueden, mientras que esto es imposible que ocurra en Irán pues a ningún musulmán iraní se le ocurrirá atacar una sinagoga, una iglesia o un templo zoroastriano y, por lo tanto, no hace falta ninguna vigilancia policial para detener a los tarados, y esto, no es que lo digan los iraníes musulmanes, sino que es algo que ha sido reiterado hasta la saciedad por las mismas minorías religiosas que viven en Irán.

Pese a la libertad de culto de las minorías iraníes, la mentira difundida por el National Post ha hecho que Estephane Harper, todo un primer ministro de Canadá, se haya apresurado a anunciar de forma precipitada y sin aviso previo que esta noticia de la aprobación de la ley de los distintivos es posiblemente cierta.

Harper, poco conocedor de la cultura persa y mucho menos de que los judíos llevan conviviendo con los persas desde los tiempos de Ciro el Grande, declaró indignado en una rueda de prensa que dio junto a su par australiano que “¡el gobierno islamista y radical de Irán es capaz de mostrarse así de fanático!”

No obstante, otro rotativo canadiense, el Calgary Sun, escribió que en la comparecencia ante la prensa de Harvard y Harper, se hacía eco de que ambos habrían apostillado que la noticia aún no se había podido confirmar. Poco antes, a las 19:12 (hora de Nueva York), el Calgary Sun, hizo una rectificación en su versión On-line en la que decía que los mismos judíos iraníes habían desmentido la noticia.

Según este mismo periódico, Maurice Motamed, representante en el Parlamento de los 25.000 judíos que viven en Irán, ha reaccionado diciendo que “este informe es un insulto para los judíos iraníes: jamás se ha presentado en este Parlamento propuesta en este sentido.”

Motamed señaló también que esta clase de dossieres ofenden además a las demás minorías religiosas de Irán.

Así, Emad Afrugh, otro diputado de las minorías, ha precisado que el proyecto de ley sobre la indumentaria de los ciudadanos iraníes que se está debatiendo en el Parlamento nada tiene que ver con las minorías, y, —según afirma este mismo rotativo—, este diputado tachó esos informes de “pura mentira.”

El Calgary Sun continúa explicando que Afrugh les había pedido que digan a los occidentales que primero examinen los detalles de la propuesta y podrán ver que no hay la más mínima referencia a minoría religiosa alguna.

Un día sí y otro también somos testigos de cómo algunos intereses occidentales quieren poner verdes —y nunca mejor dicho— a los iraníes, aunque para ello se tengan que valer de mentiras. Un día es la bomba atómica, otro son los fines bélicos del programa nuclear pacífico de Irán, otro que Teherán está apoyando a los terroristas de Irak, y, cuando la maquinaria de fabricar mentiras se les atasca, no tienen más remedio que recurrir a su escasa imaginación y sacarse de la manga lo de los distintivos para las minorías religiosas. Y es que no saben que el bulo sí funcionaba en la época de la dominación romana, donde no había medios para desmentirlo, pero no en la era del imperialismo norteamericano, y son tan ingenuos que por un lado creen que los pueblos del mundo se van a creer tamaña necedad, y, por otro, imaginan que Irán se va a quedar de brazos cruzados y no va responder con los mismos medios que ellos utilizan: los mass media.

IRNA

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