Saturday, November 11, 2006

La acción de la Justicia argentina: nada nuevo bajo el sol

Presionados por los lobbyes sionistas y el Gobierno de los Estados Unidos, los Tribunales de Argentina nuevamente han arremetido contra la República Islámica de Irán emitiendo una orden internacional de arresto contra varios altos funcionarios iraníes a los que acusa sin pruebas de estar implicados en la autoría intelectual del atentado contra el edificio de la AMIA en 1994, en Buenos Aires, en el que murieron 85 personas.

El juez Rodolfo Canicoba Corral, que le tomó el relevo a Juan José Galeano después de que se destapara una conjura en la que entraban en escena sobornos por cientos de miles de dólares para meter a la fuerza a Irán en el expediente, emitió el jueves pasado de manera formal dicha orden de arresto, es decir, dos semanas después de que Alberto Nisman, el fiscal que lleva el caso, lo solicitara del magistrado.

El caso de la AMIA lo instruyó el susodicho Galeano hasta que hace dos años el Tribunal Federal de Argentina lo defenestró por cometer un delito de cohecho, concretamente, pagar a un testigo para que testificase en falso y tergiversar todos los documentos y pruebas para amañarlos de tal guisa que todo apuntase a Irán. El juez Galeano no sólo ha sido retirado de este caso sino que ha sido despojado de todos sus cargos, quedando en libertad después de ocho años entre rejas todos los acusados por él. Sus delitos de falsedad en documento público y por amañar pruebas quizá le cueste 15 años de prisión.

Esta trama judicial con sobornos de por medio, testigos comprados, dolo, jueces corruptos y delatores empujados por la codicia, bastaría de por sí para descartar a Irán como autor intelectual o material de aquella explosión en la AMIA. Sin embargo, sin entrar en detalles de otras circunstancias que rodean los hechos, no queremos olvidar mencionar que ya Irán fue absuelto por falta de pruebas por un Tribunal británico y ya en su día la INTERPOL rechazó la orden de busca y captura emitida por el juez Galeano contra varias autoridades iraníes, también por falta de pruebas, por lo que no debería esperar la Justicia argentina que esta vez les vayan a hacer más caso que antes, y mucho más después de todo lo que ha llovido desde entonces, y no precisamente agua clara.

No es casualidad que esta nueva oleada cenagosa contra Irán se haya levantado después de que el presidente de Argentina, Néstor Kirchner y su ministro de Exteriores se haya entrevistado con el líder de los lobbyes sionistas de EEUU, y después de que los ministros de Exteriores de Argentina e Israel se hayan entrevistado al margen de la última Asamblea General de la ONU.

Tampoco a nadie debería extrañar que los dos únicos gobiernos que hayan felicitado a Nisman por su informe hayan sido el de EEUU e Israel, quienes además de deshacerse en aplausos han pedido que se haga un seguimiento del dossier y se detengan a los altos funcionario iraníes, saltándose a la torera las decisiones de los tribunales británicos y la de la INTERPOL.

La República Islámica de Irán, absuelta por doble partida de estar implicada en los hechos, ha descartado una vez tras otra todas las imputaciones y le ha advertido a Argentina sobre un posible corte de las relaciones diplomáticas así como de que en el caso de que se emita una orden de detención contra autoridades iraníes, Teherán elevará una demanda contra Buenos Aires en los foros internacionales.

Las acusaciones vertidas contra Irán de estar implicado en el atentado de la AMIA son falsas, huecas, infundadas y sacadas de la manga. En el mejor de los casos, las pruebas se basan en una serie de supuestos, suposiciones, atisbos, barruntos, conjeturas, hipótesis y testimonios muy bien pagados. También hay testimonios muy cogidos por los pelos, como la de aquella testigo que asegura haber visto —aunque no estaba muy segura— al presunto kamikace libanés conduciendo un coche que se estamparía contra la AMIA, aunque una docena de testigos aseguran no haber visto nada, lo cual es lógico porque no son pocos los expertos en este caso que afirman que este coche no existió.

Lo curioso de todo esto es que a pesar de las corruptelas del juez Galeano, éste estuvo nada menos que nueve años encargado del caso, por lo que no deja de llamar la atención de que algunos elementos del aparato judicial de Argentina sean capaces de ver lo que no existe —una trama iranolibanesa organizada— pero no ver la putrefacción en su interior —un juez repartiendo dinero para acusar en falso.

De todo esto cabría esperar que la Justicia argentina no volviese a caer en la misma trampa e intentar investigar la verdad con nuevas aportaciones, y no con los mismos alegatos de galeano. Dicho en otras palabras, de la misma manera que en su día tuvo la suficiente valentía y caballerosidad de destapar las corruptelas de Galeano, haga hoy otro tanto haciendo desaparecer todo lo que el juez defenestrado alegó contra los diplómáticos iraníes.

En fin, las declaraciones contra Irán manifestadas por algunos altos cargos del Poder Ejecutivo y Judicial anterior de Argentina así como las que en el presente ha manifestado el presidente argentino, que se basa con toda seguridad en las pesquisas y en los informes de los servicios secretos de este país, son una muestra de cómo toda la documentación aportada es falsa y amañada y de cómo en el caso se han entrometido elementos sionistas para ejercer presión.

Precisando, entre los elementos que constan en el expediente y que carecen de validez alguna cabe destacar el relacionado con el ex embajador de Irán en Argentina, Hadi Soleimanpur, cuyo nombre figura en la lista de acusados, pero que sin embargo ya fue absuelto hace ya mucho tiempo por los tribunales de Gran Bretaña después de ser detenido por la policía inglesa, leído los seis mil folios de alegatos de los tribunales argentinos y puesto en libertad por falta de pruebas.

Ya es hora de que los tribunales de Argentina dejen de marear la perdiz y encuentren a los verdaderos culpables de aquella masacre, ya que, no sólo Irán tiene derecho a que se le haga justicia, o, lo que es lo mismo, a que se haga valer los pronunciamientos de la Justicia británica y de la INTERPOL, sino que más que nadie el pueblo argentino y los familiares de las víctimas tienen derecho a que se aclare la verdad de un caso turbio que parece que nunca llegará a ninguna parte.

IRNA

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