Wednesday, July 16, 2008

El líder de Hezbollah reaparece para celebrar la victoria (otra vez) sobre Israel

Por si la humillación que supone haber obligado al régimen terrorista y genocida de Israel a negociar y haberle arrancado 200 cadáveres de valientes combatientes y cinco presos con vida a cambio de los restos de dos soldados sionistas no fuera suficiente, el líder de Hezbollah, Hassan Nasrala, consagró esta noche su victoria apareciendo en vivo para recibir efusivamente a los liberados y en especial a Samir Kuntar, símbolo de la resistencia en el mundo árabe.

Desafiando las amenazas de muerte que pesan sobre su persona, Nasrala participó en la macrocelebración de su organización en Dahiyeh, los suburbios chiíes de Beirut, para festejar el intercambio de prisioneros. "Los días de la derrota se han acabado, comienzan los días de las victorias", dijo exultante.

La última vez que compareció en público fue hace un año y en el mismo lugar, el estadio de Rayeh, precisamente para festejar el primer aniversario de lo que apodó como la Victoria Divina, o del final de la guerra de 2006 contra Israel. Hoy apenas estuvo unos minutos, suficientes para besar a los bienvenidos y redoblar la congoja de su enemigo, obligado a observar cómo su dolor alimenta la gloria de la organización chií.

La sorpresiva aparición de Nasrala culminó una jornada histórica para Oriente Próximo y que había comenzado en la frontera israelo-libanesa muy de mañana. Durante más de ocho horas esperaron los líderes políticos y religiosos del sur del Líbano, así como centenares de personas llegadas para asistir a la Historia, bajo un sol abrasador, pero la demora no mermó ni un ápice la sensación de victoria. Cuando Samir Kuntar y los otros cuatro presos, miembros de Hezbollah, aparecieron al borde de las siete de la tarde por el cruce fronterizo de Naqura en fatigas militares y con rostro pletorico, el ambiente alcanzó el paroxismo.

Nabil Qawuk, responsable de Hezbollah en el sur del Líbano, e Ibrahim Amin Sayad, jefe del Consejo Politico del Partido de Dios, se abrazaron a sus presos bajo una lluvia de 'confetti' confirmando la victoria absoluta de la organización chií sobre el régimen artificial de Israel y disfrutando de uno de los pocos momentos triunfales de la organización.

Así fue como Kuntar, condenado a 542 años en Israel, puso fin a tres décadas de prisión y con sólo atravesar unos metros, los que separan Israel del Líbano, pasó a ser una suerte de héroe nacional agasajado por toda la clase política. Y así fue como Hezbollah cerró el capítulo de la guerra de 2006, confirmando su rotunda victoria y avasallando aún más al régimen terrorista de Israel con pancartas como la que decoraba el estrado donde Kuntar y los otros presos se dejaron adular. "Libertad garantizada por Nasrala, humillación garantizada por Olmert".

AGENCIAS

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